Kinesiología y Fisioterapia Nuestra Historia
Por la Lic. Cecilia Guzmán (*)
La primera vez que aquel ser primitivo se expuso al calor sol para calmar el
dolor de sus articulaciones y emprender una marcha más rápida después del frío y
la humedad de las cavernas, dio inicio, sin saberlo a la Fisioterapia y a la
Kinesiología, que, desde entonces no dejó de crecer. No tenemos referencias de
aquellas acciones, la historia comenzó a escribirse mucho tiempo después y las
culturas ya habían iniciado su periplo religioso y mágico que no aceptaban
tratamientos con bases más o menos instintivas o empíricas, consideradas, en
algunos casos, inútiles desafíos a los dioses.
Sin embargo el agua, el frío y el calor nunca dejaron de estar presentes en la
necesidad de curar y encontrar bienestar ante diferentes dolores de los seres
humanos. Mas adelante se agregarán determinadas hierbas y minerales en mezclas
sacralizadas por ensalmos y conjuros pero siempre tras la búsqueda del
movimiento vital y el alejamiento de los males que de una forma u otra han
atormentado a los seres humanos.
La brillante cultura griega, que siglos antes de Cristo, abrevó en todas las
fuentes de las costas mediterráneas, fue alejando la milagrosa acción de dioses
y diosas, sumando pensamientos racionales a la idea de salud y enfermedad. El
movimiento de las personas no solo era curación sino prevención, el ejercicio
era competencia y belleza del cuerpo y todo esto: equilibrio y armonía.
Médicos, filósofos, matemáticos, posaron sus miradas inteligentes en el valor de
la salud y el movimiento, no se animaron a una buena fisiología o una anatomía
más certera, pero se permitieron pensar en los seres humanos de su entorno, su
salud física y emocional, una herencia enorme que dejaron a la humanidad.
La cultura árabe acercó a occidente esos conocimientos que, desde la España
dominada se esparcieron hacia toda Europa Occidental. El Medioevo encerró en
monasterios esos saberes de libertad corporal encorsetando a las mujeres y
armando a los hombres con armaduras rígidas. El encierro no era solo físico
también ideológico, el dogmatismo religioso de la época, trasformó en pecado el
placer del ejercicio, los masajes y a veces, los baños.
La luz cultural que iluminó el Renacimiento y el comienzo de la Edad Moderna
recuperó el movimiento y los ejercicios para la salud, exagerando a veces estos
y olvidando algún precepto grecorromano. Pero el cuerpo de las personas volvía a
tener importancia. El arte recuperó estructuras corporales e identificó músculos
y texturas que pintaron los grandes de la época, como Da Vinci, Miguel Ángel y
tantos más.
Fue, sin embargo el mundo científico del siglo XIX el que abrió para siempre un
camino para las disciplinas de nuestra profesión. La incorporación de la
electricidad a la nueva aparatología fue un avance inigualable. Tanto como la
cibernética, desde el siglo pasado, que se “humaniza” al tratarse de la salud.
Por otra parte la ciencia se alejó para siempre del yugo ideológico que
significó el paradigma mágico-religioso, dando pasos acelerados en todas
direcciones y nuestra profesión, naciente en esos años, no quedó relegada. La
búsqueda de la salud en consonancia con la naturaleza fue una de las razones de
la sistematización de planes de gimnasia y ejercicios especiales. Nada nuevo, ya
los griegos lo habían puesto en práctica, pero la ciencia del siglo XIX aportó
conocimientos de fisiología, biología y todo lo que se refiere al cuerpo y la
mente, e impulsó a hombres y mujeres de todas las edades a tomar conciencia de
la necesidad del movimiento corporal. Surgieron los centros de salud en toda
Europa y América del Norte, donde la hidroterapia y el masaje, casi
obligatorios, se agregaban a esa nueva forma de libertad corporal.
En América del Sur, con más conservadora influencia ibérica, se miraban con
cierto recelo estas técnicas y costumbres.
En nuestro país, una mujer, la Dra. Cecilia Grierson, quien con mucho empeño
logró ingresar a la Facultad de Medicina de Buenos Aires para lograr su título
de médica, en un mundo exclusivamente masculino; nos trajo desde Europa las
primeras ideas sobre Fisioterapia y Kinesiología. Había conocido nuevas y
riquísimas técnicas: el masaje, la gimnasia terapéutica y sobre todo el
tratamiento de discapacitados.
Su especialidad era la obstetricia, pero su universo: la salud.
Y si hablamos de discapacidades, pensemos qué poco se había avanzado en lesiones
neuro-motoras, por ejemplo. Aun la fisiología del sistema nervioso tenía
demasiadas preguntas sin respuesta en ese brillante siglo XIX.
Ya Louis Braille, en Francia había inventado un sistema de escritura para los no
videntes, que aun está vigente. Existían, por entonces, los sistemas de lenguaje
para personas con trastornos auditivos, permitiéndoles por lo tanto a ambos
incorporarse al mundo del trabajo, de la educación: a la comunidad.
En los comienzos del siglo XX el mundo estalló en dos grandes conflagraciones
las llamadas Primera y Segunda Guerras Mundiales. Las nuevas tecnologías
armamentistas dejaron sus secuelas de dolor físico y emocional. Hoy podemos
decir que en rehabilitación existe un antes y un después de esas guerras. En el
mismo siglo, la epidemia de polio asoló al mundo occidental. Pero ahora había
una nueva conciencia del cuerpo mutilado o sin movimiento y también una nueva
profesión capaz de encarar el desafío de vencer dolencias que antes parecía
imposible revertir.
Hoy desde las escuelas de kinesiología y fisioterapia del mundo, entre ellas la
nuestra, la ciencia del movimiento da calor al alma, luz e integración a
personas que sin la sombra del aislamiento y los prejuicios, se permiten luchar
por ser seres independientes en cada comunidad, grande o pequeña y, esperemos,
en todos los mundos. Cualquiera sea el lugar que ocupen: en Oriente u Occidente,
al Norte o al Sur, con pensamientos e identidades propias pero igualmente
valiosas.
Lic. Cecilia Guzmán. 2007. Ex-docente de la Cátedra "Historia del Desarrollo de
las Ciencias de la Salud" en la
Esc. de Kinesiología y
Fisioterapia, FCM. UNC.
(*) Agradecemos esta contribución a la Lic. Cecilia Guzmán
ex profesora Titular de la Cátedra de Historia de las Ciencias en la Facultad de
Ciencias Médicas, Esc. de Kinesiología y Fisioterapia de Córdoba.
Se reservan todos los derechos concedidos por ley de
Copyright a la autora. Abril de 2007.